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martes, 25 de octubre de 2011

ELEMENTOS PREFIJALES CULTOS: ¿MORFEMAS COMPOSITIVOS O PREFIJOS?

Para ampliar más acerca de los prefijos y sufijos cultos griegos y latinos y su función dentro del proceso de formación de palabras podéis leer este artículo en el que se explica la postura de diferentes escuelas lingüísticas respecto al probelma.

http://www.phil.muni.cz/plonedata/wurj/erb/volumes-31-40/stehlik01.pdf

Cuelgo a continuación un resumen del artículo:

RESUMEN ARTÍCULO: ELEMENTOS PREFIJALES CULTOS: ¿MORFEMAS COMPOSITIVOS O PREFIJOS? PETR STEHLÍK

En el análisis etimológico el criterio de origen de los elementos prefijales cultos logra evitar por completo los problemas con el estatuto de los prefijoides, ya que se clasifican como prefijos sólo tales morfemas que desempeñaron en latín o en griego el papel de preposiciones y de algunos adverbios.
La lista de prefijos cultos más o menos productivos se limita, pues, a los elementos siguientes: anti-, archi-, extra-, hiper-, hipo-, infra-, inter-, intra-, pos(t)-, retro-, sub-, super-, supra-, trans-, ultra-. El resto de lo que llamamos elementos prefijales pertenece ya a la esfera de la composición.
La desventaja de esta clasificación es la incoherencia semántica obtenida: todos los prefijos de este tipo tienen significado relacional (locativo, temporal, etc.) o apreciativo (p. ej. de intensidad). Sin embargo, desde el punto de vista semántico, elementos como micro-, macro-, maxi-, mini-, multi-, mono- deberían pertenecer al mismo grupo, porque tampoco ellos son morfemas semánticamente autónomos y añaden a la base prefijada la simple noción de tamaño o cantidad.
Igualmente desde los puntos de vista funcional y distribucional, no hay diferencia sustancial entre los prefijos en la acepción etimológica y entre elementos micro-, macro-, mini-, maxi-, etc. ¿En qué difiere superproducción de *miniproducción, hiperdemocracia de *minidemocracia?

Con el criterio etimológico va ligado el análisis sintáctico transformacional. A primera vista se trata de un enfoque sincrónico, moderno, pero si consideramos el hecho de que este criterio se fundamenta en la función sintáctica del elemento prefijal dentro de la oración de base de la que se genera la palabra derivada, no podemos menos que llegar a la siguiente conclusión: bajo la apariencia sintáctica y sincrónica, se oculta el viejo criterio etimológico.

H. Urrutia Cárdenas propone aplicar un criterio estadístico y distribucional: cada morfema en la posición inicial o final (prefijal o sufijal) que pueda formar una palabra independiente, será un elemento prefijal o sufijal, con excepción de los que tengan una frecuencia significativa en el sistema en calidad de unidades autónomas; en este caso serían lexemas.
Veamos los ejemplos de H. Urrutia Cárdenas: casaquinta: lexema+lexema; neuralgia: lexema(?!)+elemento sufijal; aeronave: elemento prefijal+lexema. Como añade el autor, “quinta tiene una frecuencia mucho mayor en el sistema que algia o aero.”

Según el autor Alba de Diego, los elementos prefijales y sufijales son originalmente elementos
de composición culta limitada a vocabularios científicos y técnicos. Debido a la vulgarización y la penetración en el lenguaje común, “...los elementos de este tipo de construcción (...) tienden a desempeñar la función de prefijos o sufijos en lugar de funcionar como primero o segundo elemento del compuesto. Se liberan así del modelo etimológico que les dio nacimiento para pasar a depender del modelo funcional.”

Para distinguir los prefijoides de los elementos de composición, V. Alba de Diego propone el siguiente método, llamado criterio de reproducción analógica: si la frecuencia del elemento afijal en esta función (prefijo o sufijo) es superior a su existencia independiente como palabra autónoma, se trata de un afijo. Podemos ilustrar bien este método en el ejemplo del elemento sufijal terapia que, a pesar de su existencia autónoma, tiene mayor frecuencia como parte de la serie derivativa radioterapia, oxigenoterapia, termoterapia, hipnoterapia.

No obstante, nosotros opinamos que la distinción entre un elemento prefijal y un prefijo no se basa, en estos casos, en el criterio del aumento progresivo de frecuencia distribucional, como afirma H. Urrutia Cárdenas, sino en el simple hecho de que en las palabras telégrafo, telegrama, el segundo elemento no es una palabra autónoma, mientras que en teleradio, teleuniversidad, radio y universidad existen como lexemas.

Desgraciadamente, tampoco el análisis semántico sabe liberarse de concepciones etimológicas. Según el criterio semántico son prefijos sólo elementos con valor relacional (espacial, temporal), apreciativo, de intensidad y de tamaño.
Esta restricción exime automáticamente todos los elementos prefijales originados de palabras latinas y griegas salvo las preposiciones y algunos adverbios, eventualmente otras palabras con significado arriba mencionado.

Según el criterio de autonomía léxica, se clasifican como prefijos exclusivamente morfemas que no existen en la lengua como unidades independientes, o sea, las palabras. Aplicado este criterio estrictamente, son excluidos de la categoría de prefijos todos los elementos preposicionales y adverbiales vulgares (en español p.ej.: entre-, sobre-, contra-, ante-, con-, etc.). Al contrario, aparecen entre prefijos casi todos los prefijoides o raíces prefijas que, de acuerdo con los otros criterios, fueron remitidos a la composición.

Nos queda por tratar el enfoque funcional, que tiene varias ventajas en comparación con los demás métodos de delimitación entre la prefijación y la composición.
Primero, es el único criterio realmente sincrónico, independiente de la etimología de los morfemas analizados. Segundo, su aplicación no conlleva la repartición o fragmentación del grupo de los elementos prefijales cultos entre la derivación y la composición. En el análisis funcional sincrónico, todos los elementos prefijales forman parte de la prefijación (a pesar de su origen compositivo indiscutible). Además, dicho criterio se basa en la frecuencia distributiva de funciones de morfemas en cuestión, es decir, no importa el hecho aislado de que un elemento pueda aparecer como palabra independiente, sino qué uso de dicho morfema (libre o ligado) prevalece en el lenguaje. Eso nos permite decidir el estatuto de ciertos elementos afijales cultos que existen igualmente como unidades léxicas autónomas (por ejemplo tele, foto, fobia, terapia) sin necesidad de recurrir a interpretaciones semánticas, como lo hemos observado en el análisis
transformacional.

A veces, los criterios mencionados hasta ahora aparecen entremezclados entre sí. En tales casos, las inconsecuencias de los distintos métodos se multiplican y llevan a la confusión.
Tomemos, por ejemplo, la combinación del criterio de autonomía léxica y el de autonomía semántica. Según el primero, los elementos prefijales cultos serían casi todos prefijos, ya que no pueden figurar como unidades independientes (p.ej.: pluto-, teleo-, termo-, neur-, lito-, etc.). Por otra parte, desde el punto de vista semántico, esos elementos tienen un significado autónomo y no son, por consiguiente, prefijos sino raíces prefijas. El lingüista que opte por la combinación
de los dos criterios se hallará ante este dilema: dónde situar morfemas que no corresponden a las dos condiciones a la vez, ¿en prefijación o en composición?
¿Y cómo llamarlos? Cualquiera que fuera la decisión, no sería objetiva, porque se basaría en malos criterios y métodos de análisis insuficientemente aclarados.


Podríamos ilustrar las diferencias entre los distintos enfoques del problema
con la ayuda del cuadro siguiente:


Criterio etimológico
Criterio semántico
Criterio semántico- transformacional
Criterio de autonomía léxica
Criterio funcional
El. prepos. y adv. cultos
(extra-, inter-, hiper-, hipo-
, etc.)

Prefijos

Prefijos
Prefijos
Prefijos
Prefijos
El. no prepos. y no adv.
con signif. apreciativo,
de intensidad, cantidad
y tamaño (multi-, maxi-,
mini-, mono-, pluri-, etc.)

Elementos
compositivos


Prefijos
Elementos compositivos

Prefijos
Prefijos
Los demás el. prefijales
(cardio-, bio-, cefalo-, foto-
, gastro-, etc.)

Elementos
compositivos


Elementos
compositivos

Elementos compositivos

Elementos
compositivos

Prefijos


Este cuadro muestra claramente que – con excepción del enfoque funcional –ningún método es capaz de tratar todo el dominio de prefijación culta como un procedimiento de formación de palabras homogéneo. Los demás criterios, como resulta del cuadro, señalan una considerable unanimidad en cuanto a los elementos preposicionales y adverbiales grecolatinos; también las “raíces prefijas” se clasifican casi unánimamente como elementos compositivos. No obstante,
justamente este hecho impide a todos los enfoques, salvo el funcional, situar la prefijación culta en una sola categoría.
Pues bien, si desde el punto de vista funcional, sincrónico, los tres tipos de elementos prefijales cultos caben en la casilla “prefijos”, ¿porqué no se reconoce simplemente a los elementos del segundo y tercer grupo el estatuto de prefijos?
Las reservas de varios lingüistas conciernen sobre todo a los casos en que hay unión de dos elementos griegos o latinos, ambos dependientes (ligados, sin existencia autónoma como palabras, p.ej. biología). Para algunos estudiosos es realmente difícil admitir que una palabra derivada se componga de dos afijos cultos sin cualquier base autónoma, porque eso contradiría todas las concepciones tradicionales que definen la palabra derivada como unión de un prefijo y una base semántica y sintácticamente autónoma. Aunque quisiéramos aceptar el criterio funcional como solución del problema planteado en este artículo, la simple existencia de palabras que están formadas por un prefijoide y un sufijoide y la capacidad de algunos de ellos de funcionar como elementos prefijales o sufijales (biología x microbio) nos impide identificarnos completamente con la “postura funcional”. Cierto, bio- en biología desempeña el mismo papel como en bioesfera o bioelectricidad donde este elemento cumple con todos los requisitos formales postulados para el prefijo (morfema ligado, unido a una base lexicalmente
autónoma). No obstante, la existencia de formaciones micro-bio, macro-bio e incluso macro-bió-tica nos señala que el estatuto de los elementos que en la concepción de M. Seco pertenecen a las raíces prefijas y sufijas es más complicado.
Aquí realmente se pone de manifiesto la diferencia entre los prefijos cultos procedentes de las preposiciones latinas y griegas que de ningún modo permiten semejantes “metamorfosis funcionales” y entre los morfemas que originalmente fueron palabras autónomas. Cabe preguntar si la variedad de usos de bio- y otros morfemas de esta índole no está relacionada con la libertad funcional de que gozaban éstos como palabras independientes en sus lenguas de origen. Aunque el problema con la posibilidad de ciertos elementos prefijales cultos de funcionar como sufijoides pudiera evitarse fácilmente por la simple aplicación del criterio
de frecuencia distributiva o funcional, sería una solución demasiado cómoda. Se comprueban así las palabras de V. Alba de Diego de que los elementos prefijales cultos (por lo menos aquellos con función original de sustantivos, adjetivos con significado pleno y verbos) son originalmente elementos de composición culta que tienden a desempeñar la función de prefijos y se liberan del modelo etimológico para pasar a depender del modelo funcional. La expresión tienden nos parece muy apropiada, ya que ese proceso de liberación del modelo etimológico está muy lejos de acabarse. Los morfemas como bio- gozan siempre de extraordinaria libertad que corresponde a la variedad de funciones sintácticas que puede desempeñar un sustantivo en cualquier oración (sujeto, atributo, complemento circunstancial, etc.). A pesar de que hemos expresado nuestras reservas acerca del enfoque sintáctico transformacional, sobre todo en cuanto a la determinación
del estatuto de los elementos prefijales cultos, cierta conexión entre la sintaxis y el comportamiento de los prefijoides es innegable, aunque esta relación es más bien diacrónica, porque concierne el funcionamiento de las unidades en cuestión en su lengua de origen, es decir, en latín o en griego. Este aspecto merecería más espacio del que podemos dedicarle en el presente artículo.
Limitémonos, por tanto, a la constatación de que las dificultades con la clasificación de los prefijoides sí tienen que ver con sus características específicas ligadas con su origen y su función original de sustantivos, adjetivos o verbos. En cuanto a los elementos prefijales cultos de origen preposicional y adjetival con significado cuantitativo o de intensidad, no hay ningún obstáculo que impida su incorporación en el conjunto de los prefijos estándar, sea bajo la etiqueta “prefijos cultos” o sin ella.

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