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miércoles, 28 de marzo de 2012

TEXTO ACCESO 2008. Los deberes. Texto resuelto.

TEXTO ACCESO 2008. Los deberes. Texto resuelto.

  1. Breve resumen del texto.
En este texto el autor explica la importancia del deber como elemento que cumple la función de fomentar cualquier proyecto. El deber, más que una serie de normas impuestas para entorpecer el camino es un pilar clave y unificador de cualquier acción, que sustenta y equilibra los actos con el fin de conseguir llegar a la idea deseada. Los derechos también necesitan de los deberes para estructurarse y, por ello, la aceptación de un derecho lleva implícito el sometimiento a unas normas o la obediencia a unos deberes, que son el fundamento de los derechos.

  1. Realice un esquema de la estructura del texto.
Este es un texto inductivo en el que la idea principal se encuentra en el último párrafo. El autor parte de la idea del deber como elemento constructivo de las artes y las ciencias de las emociones de nuestra vida y finalmente, de los derechos que son un pilar fundamental en nuestras sociedades democráticas.
La primera parte se corresponde con el primer párrafo donde describe qué es un deber en relación a la consecución de un proyecto. Para el autor ambos conceptos son inseparables, porque el deber es importante para fundamentar cualquier labor creadora. Para argumentar esta tesis recurre a varios ejemplos de las ciencias, de los deportes e incluso referidos al amor y a la consolidación de las relaciones.
Esta idea va a dar paso a la segunda parte en la que propone un hecho de su vida real para contraponer el sentimiento de libertad que tienen sus alumnos adolescentes con la necesidad de someterse a unos deberes, que van asociados al sentimiento amoroso. Esto le sirve para explicar, que incluso,el amor, un acto que se considera, debido a una concepción errónea, un paradigma de libertad necesita del deber para organizarse y poder llegar a una meta a través de un plan trazado a través de los deberes.
La última parte expresa una conclusión basada en la analogía entre un proyecto hueco en el que el fin no se apoya en unos medios y que, por lo tanto, no sirve para conseguir un objetivo concreto. Eso mismo ocurre con los derechos que se otorgan sin ningún deber que los ampare, que son papel mojado, ya que no van sujetos a ningún plan de puesta en práctica. Por lo tanto, los derechos necesitan de unos deberes para ser puestos en práctica.

  1. Indique la finalidad del autor y los medios más sobresalientes para lograrla.
Este es un texto humanístico en el que se revisa el concepto de los deberes en el marco de una sociedad consumista, acostumbrada a exigir derechos que le beneficien sin tener que aportar nada a cambio. Esto muestra una propensión a la acción entendida como simple movimiento y no como un modo de construir algo. Este hecho obliga a que el autor fundamente el sentido y la función de los deberes desde el punto de vista de la ética.
Este texto expositivo-argumentativo parte de la tesis de que los derechos y los deberes tienen una unión indisoluble, que hace que cualquier libertad lleve impuestas unas obligaciones de necesario cumplimiento para construir un espacio de interacción entre el ser humano y su posibilidad para ejercitarse en su vertiente creativa, ya sea en la ciencia, en el arte o en las relaciones personales.
Todo este texto se articula en torno a la palabra “deberes”, que va unida al concepto de la obligación entendida como un modo de marcar el camino hacia un fin concreto. En la primera parte del texto en la que se define el concepto deber, se plantea su significado a partir del mecanismo de cohesión de la repetición de esta palabra a la que se le añaden los adjetivos “arquitectónicos” y “constructivos” y se la vincula con la el sustantivo “proyecto”. Esto hace evidente que el deber no es simplemente obediencia o sumisión, sino construcción, creación de un camino necesario para llegar a una meta.
Para ello, el autor plantea una primera persona hipotética mediante enunciados que utilizan el tiempo condicional y que se construyen mediante una prótasis, que introduce la hipótesis (“si deseo construir un edificio”) y una apódosis, que plantea la acción real que debo llevar a cabo para conseguir el fin (“debo calcular la resistencia de los materiales”). El uso del condicional real muestra que las acciones que aquí se presentan (construir, investigar, bailar, practicar un deporte, amar) pueden llevarse a cabo y que para ello sólo es necesario seguir unas reglas. Este sistema puede aplicarse a todos los campos que impliquen una creación o una acción humana, incluso al amor que responde a la necesidad del ser humano de relacionarse y construir más allá de su propio ser.
Con esta idea el autor se adentra en el segundo núcleo temático en el que concreta los ejemplos generales que en el párrafo anterior ha utilizado con su propia experiencia derivada de su labor docente. Nos muestra la irritación de sus alumnos cuando les hace saber que el amor necesita también de deberes, ya que ellos identifican el deber con la “coerción” y el amor con la “espontaneidad”, pero realmente el autor desvela que esta consideración se basa en que no contamos con el hecho de que el amor es una construcción y como tal necesita de un plan de acción que toma en cuenta los deberes, como si fueran leyes naturales que hay que incluir en el proyecto, puesto que forman parte de la realidad. Esto no merma la libertad de la persona, sino que hace que su libertad de acción acomode los deberes en su plan. La aceptación de estos deberes solo acaba con la irresponsabilidad o lo que es lo mismo con la falta de convicción para seguir los pasos o los medios, apoyados en la dinámica del deber, para obtener un fin. Por lo tanto, la falta de asunción del deber solo muestra la falta de decisión o lo que es lo mismo que el proyecto es algo hueco o “un vano deseo”, basado en la especulación y totalmente ajeno a las reglas necesarias para ponerlo en práctica.
La tercera parte plantea la conclusión en relación a una analogía entre los proyectos vacíos por falta de planificación (deberes) y la forma generalizada según la cual se entienden los derechos de una forma separada de los deberes, por lo que estos derechos no llegan a ponerse en práctica de una manera completa y efectiva.
El texto está construido para fundamentar el concepto de deber, entendido no como obligación, sino como elemento aglutinador de las acciones, de modo que, mediante su uso se haga posible cumplir un objetivo. Una vez explicado el concepto de deber es muy fácil revisar el significado de derecho como un fin, que implica la aceptación de unos deberes y no como un medio para llevar a cabo un fin al que los derechos le sirven como excusa y, que por lo tanto, está vacío de significado y de intención y representa a la acción sin sentido.
El texto está escrito por un emisor culto que utiliza un lenguaje formal dotado de estructuras oracionales correctas y con un vocabulario variado que no utiliza palabras de difícil comprensión por lo que se acentúa e carácter divulgativo del mismo.
El autor crea este escrito con un fin didáctico y para ello comienza desmenuzando el sentido del deber, a menudo denostado, puesto que identificamos los deberes con la falta de libertad y con el aburrimiento o la rutina. Por ello, el autor utiliza ejemplos muy cercanos al lector, para que él se identifique y pueda observar los rasgos de su pensamiento que el autor considera simplistas y que presentan al deber como algo alejado de un fin. Con esto intenta hacernos ver que nuestra vida está falta de proyectos, por lo cuando hablamos de deberes hablamos de una rutina que domina nuestras vidas, sin que hayamos sido capaces de darle forma.
La función predominante es este texto además de la referencial, mediante la que se explica el concepto de deber, es la función expresiva con la que el autor presenta un contrapunto a la teoría ética sobre el deber que expone mediante la utilización de la tercera persona. Muestra de ello es la construcción de las condicionales con la utilización de una primera persona genérica con la que cualquier lector puede identificarse, dado el hecho de que propone experiencias que todos conocemos, como por ejemplo, “si deseo hacer feliz a una persona, debo realizar ciertos actos y evitar otros” o vivencias que colocan al receptor en un lugar cercano al punto de vista del emisor “mis alumnos suelen encresparse”, lo que denota un sentido subjetivo del texto que se basa en la experiencia del emisor que le pone en contacto con las ideas del receptor. En este caso la primera persona no muestra la subjetividad de un punto de vista particular, sino el modo en el que el autor interpreta el significado que generalmente le damos al deber. El parte de la concepción de que la mayoría de la gente considera el deber como una carga, y se presenta en primera persona introducirse dentro del conjunto de ese pensamiento colectivo.
También utiliza la función poética, ya que metaforiza la concepción de un fin sin deberes que le unan a la acción progresiva y efectiva con un “vago deseo” o con un “espejismo de decisión” y a su vez esta concepción estéril de la acción con el “sonido hueco” con el que designa la forna simplista de entender los derechos a los que mediante esta imagen presenta como un caparazón seco, muerto que no tiene ninguna razón de ser. Este mecanismo es bastante efectivo, puesto que ayuda a la finalidad didáctica del texto y a su vez contiene un sentido que engarza el concepto de derecho con su fundamentación y la importancia que tiene en nuestras vidas. Si el derecho es lo que nos permite y nos mueve a actuar, no tiene sentido que nos neguemos a reconocer los deberes que entraña y que explican su razón de ser.
Lingüísticamente el texto presenta rasgos del texto humanístico en la utilización de sustantivos abstractos (deberes, derechos, amor) con los que nombra los conceptos, cuyo significado está explicando. Estos aparecen acompañados de adjetivos especificativos (“deberes constructivos, arquitectónicos”, “actividades creadoras”), aunque la mayoría de las veces estos conceptos toman su significado por contraste, como por ejemplo, la “coerción” del deber se impone a la “espontaneidad” del amor, o exigencia educativa e la irresponsabilidad o la decisión al vago deseo y al “espejismo de decisión”. Esto crea dos campos semánticos: uno el del deber en el que aparecen “coerción”, “sumisión”, “contrato”, “exigencia educativa” o “decisión” frente al de la falta de motivación en el que están “espontaneidad”, “irresponsabilidad”, “vago deseo” o “espejismo de decisión”. El autor parte del concepto de deber para desmentir las consideraciones hacia este que encierran una connotación negativa como “coerción”, “sumisión” o “contrato” y reformularlo según el concepto de meta o fin con la connotación de construcción, de modo que la “exigencia educativa” o la “decisión” son piezas fundamentales para que el deber sea entendido con la connotación de acción edificante y creativa del ser. Con este nuevo planteamiento es necesario desterrar conceptos que connotan la falta de progresión en la consecución de un plan, es decir, “espontaneidad”, “irresponsabilidad”, “vago deseo” o “espejismo de decisión”, que representan la falta solidez o la oposición entre capricho y meta.
El texto se construye principalmente con verbos de pensamiento (“encresparse”, “comprender”, “me interesan”) y con el verbo ser en tercera persona y el verbo haber en forma impersonal que muestra el carácter expositivo del texto en el que se presentan las ideas del autor y se explican los fundamentos que consolidan su teoría mediante afirmaciones que se contraponen a negaciones o a locuciones conjuntivas que marcan la contraposición de ideas. El autor manifiesta, por tanto, sus ideas mediante contraste (“los deberes significan coerción, mientras que el amor es mera espontaneidad”) o proponiendo situaciones hipotéticas (“si quiero bailar con soltura debo hacer ejercicios en la barra”). El texto presenta periodos no demasiado extensos en los que las ideas aparecen enlazadas mediante conectores, así que podemos afirmar que abunda la hipotaxis, aunque esta no vas más allá de dos elementos, una oración principal y su subordinada. Esto hace que cada idea que el autor expone quede organizada y explicada bien sea mediante una contraposición o mediante un ejemplo lo que muestra el carácter didáctico del texto.
Este es un texto de tipo humanístico con una estructura expositivo argumentativa en la que se analiza la importancia de los deberes en relación a la utilización de los derechos de una forma constructiva. La utilización de un lenguaje sencillo y la construcción del texto mediante contraste de conceptos a partir de antónimos que tienen una connotación subjetiva y mediante la utilización de locuciones que marcan la oposición de ideas hace que sea altamente didáctico y que sirva para clarificar el concepto de deber a través de la deconstrucción de la idea simplista que la gente común tiene de este concepto.

  1. Opinión personal del texto.
La aportación que hace J.A. Marina acerca del concepto de deber me parece bastante acertada, puesto que cada uno de nosotros, miembro de una sociedad democrática, puede por suerte gozar de las libertades individuales o derechos, pero muy pocas veces nos paramos a pensar cuáles son nuestros deberes con respecto a ellos. Por ejemplo, a todos nos gusta disfrutar del derecho a la sanidad pública y gratuita, pero no siempre pagamos todos los impuestos que son necesarios para dotar de liquidez al gobierno. Por ello, las estafas a hacienda son bastante comunes o evitar el IVA en las facturas es una práctica generalizada.
Comparto esa idea del autor, pero discrepo con él en la consideración de que el deber se considere una obligación debido a nuestra falta del objetivos. Quizá el problema radique en que nuestra libertad de decisión está un tanto limitada por las normas sociales y que por lo tanto los objetivos que nos marquemos no sean del todo motivadores. Esto nos hace considerar los pasos para llegar al objetivo sean deberes o medidas coercitivas que minan nuestra autorrealización.
Yo, por ejemplo, discrepo con los métodos, los objetivos y los contenidos que se exigen en este curso preparatorio de Lengua para acceso a la universidad, porque creo que se aprende de una manera mecánica y no se fomenta la reflexión. Por ello, incluso con los cambios que yo he realizado sobre la propuesta didáctica inicial que se exige en ocasiones resulta un tanto mecanicista y repetitiva. La solución: presentar nuevos objetivos centrados en los intereses personales y el conocimiento personal de cada alumno a través de la elección de textos que abarcasen un espectro más amplio (texto publicitario, poema) y en el que lo importante fuese la capacidad del alumno para interpretar el contexto de una forma significativa.

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